Los Idiotas

Los Idiotas

Queridos Animalitos:

Ésta es una Teología enana y jorobada que nunca se deja ver, una Doble Teoría Secreta, la del Espectáculo y la de la Vida Ausente, que es preciso presentar aquí en términos claros, a fin de no ser malentendida. Aunque la aparición de los Idiotas es anterior al Paleolítico, fueron los antiguos griegos quienes les dieron la Imagen que hoy conocemos. Estos Fisiólogos de la Civilización llamaron ἴδιος, idios, a lo privado, particular, único, personal, a uno mismo. Piénsese en idiocincracia, idioma, idiolecto. A su vez, emplearon la palabra ἰδιώτης, idiótes, para referirse al individuo lego, plebeyo, “privado de habilidad profesional”, “compatriota” o “ciudadano egoísta e indiferente” que no se ocupaba de los asuntos públicos de la polis. La expresión se convirtió pronto en un insulto en un pueblo donde la vida pública, sinónimo de democracia, era de suma importancia para quienes se decían personas libres y que veían deshonroso no participar activamente de ello. Para los latinos, Idiota pasó de significar “persona normal y corriente” a “persona sin educación”, “ignorante”, “sin experiencia”, emparejando la palabra a Imbécil, imbecillis, cuyo prefijo im-, que indica negación, se suma a bacillus, “pequeño bastón”, esto es, quien no tiene bastón, sostén intelectual o físico para apoyarse.

Ambas expresiones llegan hasta nuestros días como sinónimos de tonto, “persona molesta”, que “hace constantemente tonterías”, que “no logra distinguir entre el bien y el mal, incapaces de leer y comprender el alcance de sus actos, produciendo conductas imprevistas o peligrosas”. Connotaciones que la Medicina y Patología no tardaron en usar para referirse a las y los sujetos con alguna supuesta “deficiencia cognitiva”, o mejor dicho, sujetos desprovistos de inteligencia o razón, incapaces de funcionar en sociedad, quedando relegados. Curiosamente en la baja Edad Media, ¡época de Oscurantismo y Tinieblas!, el término Idiota era utilizado para designar a los monjes incapaces de leer las Sagradas Escrituras, incluso de “mal interpretarlas”. Para finales del siglo XV, la palabra Idiotez pudo haber sido el modelo de analogía de las palabras “profeta” y “profecía”. La analogía no debe sorprender. El Idiota como el profeta está siempre presto para meter en cualquier descuido la narizota en el florero como si se asomara a un abismo, desde donde pareciera decirnos tartamudeando y balbuceando: “He aquí, no sé hablar, porque soy niño”, como Jeremías cuando es llamado por el Señor. El Idiota habla una lengua y de una forma que pareciera particular y que resulta incomprensible u oscura hasta para algunos de sus contemporáneos y a veces para él mismo. Una lengua hecha de gestos que aluden a una ciudadanía perdida o a nuestra propia relación con lo perdido.

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De vez en cuando, de improvisto y a veces contra nuestra voluntad, devienen a nuestro paso esas extrañas y familiares figuras que llamamos Idiotas. Se les suele puede encontrar en cualquier momento, expuestos, casi transparentes. En ellos esta disposición es sinónimo de múltiple. Parecen seres venidos de la prehistoria, criaturas inacabadas que “nunca han terminado de crecer”, es decir, escapan al tiempo o se dice que “envejecen mal”, por lo que “su conquista permite al cazador, en consecuencia, escapar él mismo también”. Sin embargo y por ello mismo son escurridizos e inabarcables. Llevan puestas toda clase de ropas, todo lo que a ellos les parece adecuado lo toman y usan y lo ponen en común para su uso. Bien pueden llevar por nombre Ricardo, Camila o Adiós, aparecer de forma intempestiva o sigilosa en forma de divinidad en un tronco, un espíritu del bosque, un nuevo oficinista, un dominguero cualquiera, un búho, una quimera o una cascada que ríe en su caída. Medio vivos, medio muertos, mitad robot, mitad golem. Es extraño en esta época, pero se les puede encontrar de cualquier edad. Su faz puede parecernos monstruosa o hermosa como sólo ella, ya que debajo de esas mejillas escualidas o regordetas podría esconderse la Poesía. Eso es un rompecabezas que cada quien debe resolver. El caso es que actúan de modo torpe, infantil, tramposo, avaro, egoísta, lascivo, obsceno, glotón, tienen manías que dejan entrever las más extrañas, ardientes y refinadas pasiones, hacen las cosas al revés, juegan, se burlan de todo, turistas, antropólogos, vecinos, de ellos mismos o de su Destino.

Quien les mire pierde total capacidad de prestar atención a lo que le ocupaba, teniendo la sensación de que les han estropeado sus planes, despertando toda clase de sentires. Se dice que el Espectador se desconcentra de sí mismo y del mismo Idiota, abriéndose una grieta en lo conocido, dando lugar a lo olvidado. El Espectador tiene inmediatamente la impresión de penetrar en el sanctasantórum y compartir el Secreto. Incluso se ha dicho que la vergüenza de ser o contemplar a un Idiota tiene ya algo secretamente glorioso. Lo cierto es que aparecen de pronto ahí, como si entraran corriendo de espaldas por la puerta trasera, llamados a escena, tropezándose con sus propias ruinas, movidos por alguna clase de pasión o por el resorte mecánico, matemático, repetitivo y constante de la Intuición. Se les reconoce por su agraciada simpleza animal, que hace a sus Amigos sonreír más que exasperar.
Cabe decir que estas criaturas no hacen nada o poco y no concluyen lo que emprenden porque ellos mismos están inacabados. Se les acuña el adjetivo de improductivos porque están ligados al Gesto antes que a la acción o al activismo, más cercanos al trabajo inmaterial del que no hacen campaña. Dejan a su paso un rastro casi fantasmal, producto de su carnicería irracional, lo que hace que cada instante de su vida y de quienes le rodean les salve o les condene. Esta negligencia puede ser un anticipo de la Redención.

Llevan a cabo tonterías, tuercen las cosas, tergiversan las formas y le dan la vuelta a la hoja. Hacen reír no sólo porque digan o hagan cosas graciosas, sino porque incluso cuando hablan de cosas serias, ¡y vaya que los Idiotas siempre hablan serios de cosas serias!, son graciosos, lo que los hace conmovedores. No son tontos en lo absoluto, sino que están “atontados”. Son unos completos amateurs o amatores, porque aman y aman de nuevo. Valoran cualquier situación o encuentro con alguien como si fuera la primera vez con el que se lo tropiezan. Son incapaces de adquirir experiencia, lo que les convierte en completos brutos. Se dicen Políglotas o mejor aún Etólogos. Hablan con los Animales, a quienes llaman Los Justos, por los que sienten gran Afecto. Les imitan, les invitan a sus Banquetes e incluso se dicen capaces de traducir las constantes revelaciones que de ellos mana al lenguaje de los sordomudos. Esta inclinación ocasiona que desaparezcan constantemente sólo para involucrarse en tontadas que les hacen sufrir, “se emparejan” o se meten con otras pandillas, para luego regresar avergonzados a su madriguera. En los peores casos se desesperan fácilmente, gritan, se lamentan, acusan, y los golpes que querrían dirigir al Espectáculo los dirigen a la Vida Ausente y a los suyos. Sin duda ésta es también una prueba para los Amos.

Por ello es preciso que en alguno de los encuentros esta Teoría sea presentada en términos claros a los Idiotas que despierten el interés del Grupo. Es común que sigan el dicho ruso de “Confía pero verifica”, por lo que su entrega sea voluntaria para que su reclutamiento sea inmediato, esto evita la brutalidad de los mal entendidos y falsos caminos. Deben mostrarse complacientes y entregarse a los Amos. Se les puede permitir mil incertidumbres o dudas, pero nunca espionajes, mentiras interesadas o parodias de virtud. De hecho, podríamos decir que son fácilmente prisioneros de una multiplicidad de Imágenes y telarañas literarias de las que conviene ser arrancado.

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Mientras que un Idiota reconoce y ama a otro Idiota, los Aguafiestas son el caso contrario, abogan por la extinción de nuestros Animales y la vuelta de los Ancianos. Aprovechan las dudas y ofensas al Amor Propio para buscar ahogarles con parodias de virtud, mentiras, bajezas y morbosidades de todo tipo. También conocidos como Nihilistas, Sacerdotes del Espectáculo, Filósofos, Nanas o Nuevos Fisiólogos de la Civilización, esta horda de impotentes conoce del Horóscopo y la Técnica sólo el Método de lo Vago. Y es que estos supuestos sabios tienen el hábito de creer imposible todo lo que no han visto. Por eso son llamados también Especuladores. Actúan como si fueran levadura, bromenado al principio, con sarcasmos, prejuicios e ironías, como si hicieran hipótesis, pero luego acaban con todo juego serio. Todo el rumbo de la Historia ha sido efectuado en este sentido, ya que ellos han estado “al mando”, no atendiendo a ninguna necesidad interna, sino solamente a  presiones, contingencias o “crisis”, que bien podrían haber sido diferentes y que se hubieran ejecutado de otro modo. Han empleado tantos siglos para perfeccionar sus teorías, engendrando para su inauguración tantas calamidades como beneficios habrían prometido. De hecho, los más modestos habrían llegado a la Teoría de los Idiotas si tan sólo hubieran poseído la cualidad requerida: la ausencia de prejuicios. Disposición de la que carecen los Filósofos, defensores y predicadores de los prejuicios. Si hacen herramientas, y vaya que sólo hacen herramientas porque son expertos en problemas, es porque caminan en círculos y sus nociones y principios sólo se aplican a la materia. Los Idiotas o Etólogos, en cambio, conocen el Método de lo Infinitamente Pequeño, el estudio de los Caprichos, Gestos, Huidas, Manías, Atracciones e Intuiciones, que sirven de faro para inmensos descubrimientos, en calidad del Horóscopo Material y Pasional. Esto les permite coincidir con la duración, desplazarse desde lo local al terreno de la metafísica tan sólo haciendo bizcos. Esto les permite obtener, de ahí que también sean llamados Obtenedores, no el fruto de la experiencia, sino la experiencia misma. Y si es posible arrebatarle alegrías a la suerte, al Limbo que reina en las cosas y que no les estaban destinadas a ellos.

Los Idiotas o Etólogos llaman a esto Método de la Auto Explicitación del Espíritu. Parten de la premisa de que todo, incluso dioses y diosas, vivos y muertos, minerales y vegetales, virus y cajas de cartón, todo está hecho de átomos y que si pinchas el universo con un alfiler éstos pueden caer formando nuevos cotos de caza, extendiendo los límites del Juego. Para ello, huyen a los Desiertos con armas metafísicas, mostrando una valentía absurda pero admirable en la batalla. Basta dejar los nervios bien abiertos, aseguran, para poner en infrarrojo incluso a los piojos, ya que cualquier momento es inédito, propicio para arrancarle una Ética a la Salvación.

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No es que esta Teoría cambie en nada las pasiones; ello no sería posible ni a Dios ni a la naturaleza, pero puede atender la dirección de las pasiones, sin cambiar en nada su naturaleza.

Podríamos decir, incluso, que este Tablero donde se juegan las vidas tiene marcadas todas sus casillas. Nadie se cae del Tablero. Se ha dicho que el Mahdi, el Mesías que viene al final de los tiempos, toma sus decisiones sólo después de haber consultado a los Idiotas, dado que son los verdaderos conocedores de aquello que existe en la realidad divina, pues en el mundo profano en el que viven contienen ellos mismos características de ese Tiempo. “Quien nos guiará hacia la salvación será el compañero o compañera que se ha perdido por el camino”, sentencia golpeando el pupitre. Se dice entonces que el Juego avanza al ritmo de los últimos, inconclusos, incompletos, inútiles, ilegibles, inclasificables, singulares, tótems y talismanes.
Los Amos y las Viejas Damas, que conocen la Doble Teoría, la del Espectáculo y la de la Vida Ausente, por su parte recomiendan a los espectadores de primera clase que tienen acceso a las habitaciones del Rey, es decir el corazón fantasmal, mantenerles cerca, ya que en ellos podría estar escrito el nombre de Dios. Al respecto Mahoma aseguraba también que “existen 99 nombres que pertenecen sólo a Dios, y aquel que los aprende, los comprende y los enumera, entra en el paraíso y alcanza la salvación”. Y es que tal vez, y sólo tal vez, los Idiotas como los Amigos podrían ser los únicos capaces de hacernos escapar del verdadero ridículo.

Atentamente:

Los Traiductores

Nota: Los idiotas es un texto publicado en diversos blogs sin mención de autor. Atribuido comunmente a Lucas René o Tomás Cisneros.