BIENVENIDOS LOS HUÉRFANOS

“Un particular del que aquellos que escriben la historia no sabrán o no considerarán necesario hacer mención. Sin embargo es este particular el que nos permitirá saber si somos dignos de estima o de reprobación.” F. de Motteville*

Se ha dicho que se escribe para encontrar amigos, en este caso digo también que lo hacemos para hacer aparecer mundos entre nosotros que hagan un poco más que hacernos sobrevivir en éste, que se regodea incesantemente en su tristeza.

En contra de la creencia de que se pretende construir un nuevo programa con forma y nombre nos limitaremos a decir que lo que está en juego aquí es una comunidad de gestos y medios que se emplean en momentos precisos, en la grandísima historia del pequeño momento ahora, que es el encuentro de nuestros cuerpos. No hay un gran saber, ni panacea, sólo provocación e inquietud como evidencia de un mundo susceptible de compartirse. La potencia de una complicidad.

Cuando se revela que hay entre nosotros la posibilidad de abrir una disposición capaz de hacer posible la aparición. Es que se abre al uso la forma de la intervención. No por nada se intenta cotidianamente des-articular cualquier posibilidad de ésta en la operación de una suplantación. Disponiendo en esferas cada vez más separadas y especializadas los encuentros y afectos posibles. Reduciendo esa intensidad a una “participación” gestionada, moderada. De modo que todo pueda quedar perfectamente aislado, en medio de la promesa de “ser parte de” sin poner en juego ningún tipo de singularidad. Así es como se configuran la mayoría de los colectivos de Arte y así es como UNO puede hablar del arte desde el arte de igual forma que los políticos han ejercido la política “desde La política”; ¡el club de bingo! entretenerse de la vejez que nos habita, pero poco tiene que ver todo esto con el mundo y su mixtura, al igual que “La vejez” poco tiene que ver con los viejos. Vivimos una separación tal que nos es casi imposible ver lo indisociable que hay entre nuestras vidas y las formas en que las vivimos. Es por eso que molesta tanto que sigamos ocupados de la cuestión técnica sobre las formas de vida, de la base material con la que estas formas se constituyen y que insistamos en poner en juego la fuerza que hay en los “cómos” que evidencian la amalgama de dispositivos e intersticios desde donde es efectiva la remoción.

Se procura, por lo regular que los cuerpos no se toquen y que las palabras y el mundo estén claramente distendidos. Es por eso que hoy la crítica no representa para nosotros una posibilidad de fuga sino una profesión más en el orden de la separación. ¿Qué es entonces el terreno de juego de estas sensibilidades?



Las formas en las que se insinúa la huida colectiva

                                                                           Un tartamudeo del discurso como espasmos nerviosos

Cualquier movimiento que hace que un espacio sea susceptible de liberarse

La formación de los grupos en situaciones cotidianas

Paisajes compuestos y sus efectos diversos

Tres personas que caminan, por decir algo.

Palpamos en cada rincón de la metrópolis una melancolía risueña en la asunción definitiva del ser, El optimismo se ha convertido en la cuota que se paga por una felicidad hipotecada, para el cual también SE debe conseguir un crédito. Pero no lo aceptamos, hay por todas partes evidencia de unas vidas clandestinas, no “La vida clandestina”, sino lo que hay de clandestino en toda vida, intensidades que han quedado sepultadas bajo las capas identitarias, fuerzas efectivas que se han relegado a la vida privada. Y nos preguntamos; ¿de qué está privada la vida privada? Todos estos flujos espectrales que se han reprimido y sólo hemos conseguido conservar el síntoma de su inaccesibilidad, El hastío. No hay ninguna duda de que nos encontramos en una encrucijada tal que estamos a punto de aceptar olvidarlo todo. Incluso los espíritus inconformes más voluntariosos sucumben en conformarse con un nihilismo empaquetado que sólo ha dejado las cosas como estaban. En cuanto a nosotros, permanecemos con la certeza de hacer alianzas con esas clandestinidades, de darles lugar y elaborar los rituales necesarios para invocar su aparición y su esparcimiento virulento. Cualquier experimentación será la ocasión de una conspiración. SE puede decir que escribimos, entonces sí, para encontrar amigos.